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lunes, 7 de julio de 2014

Primera microrreseña a Kundera

   He terminado la lectura de mi primer libro de Milan Kundera, La insoportable levedad del ser, y qué difícil es escribir al respecto.

   Se trata de una obra -y se trata de un autor- con mucho de filosofía y de psicología, aunque no me atrevería a afirmar que sea la suya una producción filosófica ni psicológica; se trata de una obra con mucho sentimiento, una obra -y aquí estoy más seguro- que clama al cielo y a los infiernos, que clama al ser humano.

   Se trata de un escritor que clama, sí, algo que sólo hacen quienes escriben de verdad. ¿Y cómo clama? Pues con asombrosa maestría, a través de personajes tan reales como nosotros mismos, tan familiares que también tendrán nuestro aprecio y nuestro desprecio, nuestra comprensión, nuestra empatía. Sus protagonistas son Kundera y somos nosotros; son cuanto podríamos ser y no somos, o cuanto ya fuimos, querríamos ser o descubrimos -¡vaya!- que en el fondo somos. Es un libro que enseña sin pretenderlo. Es un libro -y, de nuevo, un autor- que yo detecto sincero. No pretende mostrarnos nuestro destino, ni decirnos "¡tú puedes!" o "se más realista". Es un libro que nos habla desde el interior, mostrando todas las cartas de este mundo en el que vivimos, hoy y ahora, sin promesas, ni ataques, ni defensa; tan sólo una ventana como la que Tomás contempla al inicio de la obra, y que susurra que somos tú y yo, y los demás; que somos leves, tan leves como cualquier otra criatura viviente sobre la faz de la tierra. La afirmación es grave, pero flota ligera en el aire, y la respiramos cada día, como un continuo aviso a nuestra vanidad; como el latido que nos recuerda que estamos vivos y, al tiempo, que un día cesará.

   El ser, ¿qué es el ser? Nada más que eso, ser. Es lo leve y es la tragedia. Es la insoportable levedad del ser.


Saludos

2 comentarios:

  1. Precisamente, tenía ganas de encontrarme con alguien que tuviese temple de comentar este libro.

    Lo gracioso es que te comento con la sonrisa porque adoro la heterogenia del humano (o de la percepción humana, mejor dicho). Porque, en cierto modo, deseaba que alguien compartiese conmigo la claustrofobia que me transmitió esta historia, sin embargo, tú me hablas de libertad y de calma. Durante toda la lectura (y casi desde el título), noté sobre mi alma el techo del mundo ¿por qué la libertad del humano debe estar sujeta o subordinada a la levedad de la misma? A mí esto me agobia. Según tengo entendido, Kundera intenta mostrar cómo nuestra alma tiende a evitar los esfuerzos pesados, optando por lo sencillo, y cómo estos pequeños actos nos pueden conducir a la angustia y al malestar. No, yo quiero deshacerme de eso, no permito una libertad efímera por el feo vicio de ir por el camino más corto.
    Esto se refleja muy bien en Teresa. Pese a ser el personaje (aparentemente) más desgraciado, rompo una lanza por ella; por ser la única capaz de no aceptar la levedad del ser y no conformarse con lo sencillo, sino soportar el lastre del mismo y ser un poco más libre y menos leve. Bravo, Tere.

    Muy interesante la manera de meter las pinceladas filosóficas que, siendo yo poco diestra con las divagaciones filosóficas, se dejan leer ya desde las primeras páginas.

    También es mi primera lectura del maestro Kundera, y aunque su calidad literaria es innegable y su narrativa prácticamente impoluta, algún año pasará hasta que decida volver a enfrentarme a otro huracán en forma de libro.

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  2. Bienvenida y, antes que nada, ¡gracias por comentar! Siento haber dejado pasar tanto tiempo antes de contestar, pero no suelen hacernos el honor de responder a las entradas, y he pecado de poco atento.

    Es curioso lo que dices de libertad y calma. Tampoco creí transmitir eso con la reseña, ni fue eso exactamente lo que el libro me transmitió a mí; sin embargo, ahora que releo la entrada bajo la perspectiva de tu comentario, sí que veo un poco eso que dices. Quizá fue el inconsciente, y quizá sí me dio algún mensaje Kundera -desde luego-, distinto a la pesadumbre: algo más cercano al tempus fugit, al aprovechar la vida y a , efectivamente, no huir de lo que no se puede -o de lo que incluso no vale la pena- huir, pues todo es vida, todo es existencia, y en cualquier caso nos resultará efímera; una idea que desde luego puede ser pesada, por eso es Kundera duro de leer; por lo que nos remueve, como sucede con otros grandes autores.

    Saludos

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