Porque el saber no muere, sino inspira...
¡Oh, musas, despertad ahora! ¡No nos abandonéis aún!

martes, 17 de febrero de 2015

Un indeciso


  La hierba, húmeda, pide saciarse con mis restos. Solo ella desea tener algo conmigo, pero es que ni siquiera me encuentro nutritivo, pues es tal mi tedio, mi interno llanto y mi decepción con esta vida, que seguro mi sangre esté emponzoñada, de tan lento fluir. No quiero hacerle esto a la tierna hierba, suave, fresca y habitada. Yo ya no pertenezco a la naturaleza, pues tanto pensar me desahució de ella. ¿A dónde dar con mi cuerpo? Nunca aspiré a cadáver, me cuesta imaginarme. Quizá me inmole en ácido. Allá al menos seré uno con lo nocivo y por fin nada conmigo mismo, despidiéndome del mundo, gramo a gramo. Adiós, buena hierba, y gracias por arroparme.

 No, no puedo; aún no. De no ser por tu tacto realmente lo haría. Eres consuelo de los poetas.
  Yo también, pequeña, yo también.

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